ENTREGA TOTAL (en el CYSSA)

Durante el proceso del regreso de HOLEM he vivido una serie de coincidencias, extrañas, felices, y sobre todo, he aprendido de todas ellas. Y he aprendido más de la naturaleza humana, de nuestra gente, que tiene algo especial, que aún no he podido definir.
 
Este grupo de amigos y mi querido primo me han permitido comprobar que a los sueños hay que perseguirlos y trabajarlos y en ese caso si, se concretan y se valora más aún el logro. Me han enseñado que aún cuando muchos pensarían que ya es tarde, todavía tenemos tiempo para dedicarle a lo que nos hace felices, porque eso nos renueva, nos moviliza, y nos hace sentir más vivos.
El sábado pasado, nuevamente, me han dado una lección.
 
Para mi, acostumbrada a enfrentar la adversidad con una sonrisa, con fortaleza y confianza, fue muy difícil encontrarme con ese querido Club CYSSA al que los años le han dejado las huellas imborrables de lo que ha sufrido el pueblo, de los años de gloria que han quedado en un pasado, y por supuesto también, en vitrinas y fotos enmarcadas, descoloridas, de personas que no reconocí.
 
Admito que me había proyectado a un CYSSA de los 70, con las imágenes en mi mente de esos años de gloria; me había proyectado a mi propia juventud, con la ilusión de volver a ser, por una noche, todos jóvenes.
 
Tal vez fue más fuerte el entusiasmo que la razón, pero no importa, porque los que estuvimos ahí, sabemos que hubo varios momentos mágicos,como el punteo del Bomba, con Europa, que siempre, siempre logra hacernos estremecer, como el abrazo con antiguos apenas conocidos y ahora amigos, con viejos amigos, con familia, y darnos cuenta que los años nos han hecho en ese modo mejores, más solidarios, más capaces y libres para expresarnos.
 
Y nuevamente, estos jóvenes maduros que me han integrado a su afecto como una más, que apostaron a mostrarnos que los sueños se cumplen, me dieron una lección de vida; porque ellos actuaron de la misma manera, con las mismas ganas y la misma entrega que lo hubieran hecho en ese CYSSA que imaginé; porque dieron lo mejor de sí, logrando emocionar a cada uno de los presentes; porque (supongo que también algo decepcionados) fueron capaces de brindar una actuación como verdaderos artistas.
 
Llega diciembre, y como todos los años, hago una suerte de evaluación de qué personas, qué cosas y situaciones han tocado mi vida, y me han ayudado a reedificar en ella. Y sin dudas, estos amigos marcan una etapa en mi, dejan experiencia, cariño, y una gran lección: no importa cuánto cueste, no importa quiénes o cuántos, aquellos que creen en nosotros, y nos acompañan en nuestros sueños merecen lo mejor. Y lo damos.
 
Pocas veces se me hace un nudito en la garganta cuando escribo. Esta vez está sucediendo. Y cierto es que es por ustedes, muchachos.
Salud, sueños, y dulzura, mis amigos HOLEM. Gracias!!
 
Pat.